domingo, 21 de junio de 2009

Banderas en tu corazón

Ya había empezado el banderazo y yo caminaba desde Colón y General Paz hacia el Patio Olmos. Llegaba un poco tarde, pero llegaba. A tres cuadras se veían por encima de los colectivos varados, las banderas que agitaban la multitud. Me sumé a todos y saludando a conocidos y desconocidos no podía salir de mi asombro, miraba para un lado y decía "Acá hay más de mil" miraba para el otro y decía "Nooo, somos como 1500". La gente empezó a marchar hacia tribunales, seguía encontrando caras conocidas y también caras sorprendidas de transeúntes que se cruzaron con la marcha o comerciantes que salían de sus negocios a mirar como pasaba semejante espectáculo y demostración de amor. Uno que otro acompañaba con palmas, haciéndole un guiño a nuestra causa. Un nudo en la garganta se me hizo cuando ví una señora que apenas podía caminar con su nietito de 7 u 8 años que le debe haber insistido a la abuela que lo lleve al banderazo. Otro muchacho grandote salía de su trabajo con la moto y cuando vió la multitud, comenzó a avanzar caminando al costado de su moto acompañando con la bocina. De tribunales se volvió al Patio Olmos y del Patio Olmos hacia la casa de gobierno, donde todo terminó entre bengalas, himnos y abrazos.

Mientras tanto Ahumada se negaba a pagar los adicionales y no había garantías de que el partido del sábado a las 14 contra Ferro se juegue. La Fundación Azul y Blanco anunciaba que las horas de Ahumada estaban contadas empezando con promesas para su nueva gestión y el único que demostraba que ama a Talleres era el hincha.

Finalmente el partido se jugó, había que ir rumbo al Chateau Carreras después de tanto tiempo, recorrer esa vieja rutina ya olvidada para ver un partido que a nadie le importaba, solo importaba juntarse, estar, cantar.

El chateu lleno de fondo, dicen que en la cancha se jugó un partido



Así lo entendieron las 25.000 personas que fueron. Si 25.000, las 12.000 que pudieron pagar el alto y caprichoso precio del carnet de socio y muchos más que quedaron afuera durante la temporada, demostrando que Talleres hoy más que nunca sigue siendo la mitad más uno.
Y el corazón quebrado por tanto dolor, pero inflado por tanto orgullo, latía al ritmo de "No me importa la cancha, ni la categoría, yo te sigo alentando, como toda la vida". Que sentimiento tan grande, mucho más grande que el difícil momento que nos toca vivir, tan grande como la historia de Talleres. Pero que lindo es ser de Talleres, muchos acusan al hincha de soberbio, sin tener la más remota idea de lo que es vivir lo bueno y lo malo que se vivió con la T. Nunca entenderán este sentimiento, nunca dejarán de confundir la soberbia con la autoestima.

2 comentarios:

  1. No me importa si nos fuimos al descenso...te seguiremos...te alentaremos

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  2. bajamos para tomar impulso matadores, saldremos de ésta, coparemos todo el interior y volveremos en un año para seguir siendo cada vez mas grandes!!!

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